El barco de reconocimiento Derleth se hundió en abril de 1983 y todos sus tripulantes desaparecieron. Cuarenta años después, una estación costera recibe una llamada de socorro automatizada del barco: un tsunami reciente ha dejado al Derleth parcialmente sobre el nivel del mar en un arrecife de Alaska, permitiendo que sus sistemas de energía solar se reactiven. La empresa propietaria del barco contrata al especialista en salvamento Gage Carpenter y su tripulación para localizar e investigar al Derleth .

Al llegar a su destino, el equipo descubre que el Derleth no fue lo único que volvió de las profundidades. La tripulación del barco, supuestamente muerta reaparece, aunque no podría decirse que esten vivos. El equipo de Gage Carpenter está impactado por el descubrimiento, todos excepto uno: un hombre involucrado en la organización de la expedición.

Joe Hill no se corta un pelo ocultar sus influencias en el guión de Inmersión . Una historia que recuerda mucho a The Thing de John Carpenter y a las historias de H.P. Lovecraft, incluso hay unos diálogos en la que los protagonistas se comparan directamente entre sí con el reparto de Tiburón. Este comic deja muy claro que estamos ante un horror lovecraftiano con influencias de las películas ochenteras de monstruos de Hollywood. Aquí no vamos a encontrar nada parecido a su serie Lock and Key sino que se decanta por la acción y el terror.

Los personajes principales nunca van más allá de lo que esperamos de ellos, sus roles de personas normales son asumidos por el equipo de rescate: tenemos al duro Gage, el friki Clark y el hippie de pelo largo Russell. La bióloga marina Moriah es la mente científica, mientras que su socio Bill le proporciona el elemento amoroso. Por ultimo tenemos a David Lacome, representante de la empresa que parece saber más de lo que deja ver sobre el misterio del buque y que será capaz de cualquier cosa con tal de conseguir el secreto que oculta.

Inmersión es ese tipo de historia que utiliza personajes y una estructura narrativa muy usada, estos elementos tan comunes crean un contraste con lo alienígena. Los primeros capítulos enfrentan a los protagonistas con una avalancha de situaciones raras: cadáveres ciegos y reanimados; animales mutados; tallas sobrenaturales; gusanos acuáticos gigantes; largas ecuaciones matemáticas talladas en las paredes de la cueva. A medida que descubrimos sus hallazgos, el cómic evita caer en la trampa fácil de explicarlo todo y desmitificar sus horrores.

Una vez presentados los personajes, la tripulación de los Derleth, muy semejantes a zombis, es elegida como mediadora entre terrícolas y alienígenas. En la ficción de Lovecraft, la proximidad a áreas desconocidas del cosmos generalmente conduce a la locura; Inmersión, altera esto para asumir que la mente humana es bastante capaz de adaptarse a tales percepciones pero que es el cuerpo el que soportará todo el daño.

De todos los miembros de la tripulación, es Russell, el hippie de pelo largo, utilizado en gran medida como alivio cómico, quien se acerca más a la realidad. La tripulación de Derleth convierte su Walkman en un dispositivo psíquico y rápidamente entra en trance, experimentando extrañas visiones de la historia del extraterrestre y leyendo las mentes de ellos. Esas mentes, dicho sea de paso, están ocupadas con una pelea por un precioso fluido azul en un frasco llamado el “lingote”, cuya mera proximidad es suficiente para inspirar una fijación similar a la de Gollum con el anillo único.

Un cómic que, en la superficie, parece no ser más que una vuelta a la nostalgia de las películas de ciencia ficción y terror de los ochenta que recordamos con cariño. El dibujante Stuart Immonen tuvo una tarea complicada para dar vida al mundo de Joe Hill, ya que Inmersión exige que creamos en los protagonistas y sus motivaciones.  Immonen logra crear unos personajes que sienten que realmente viven y respiran entre las viñetas.

Habiendo dibujado a un conjunto tan creíble de personajes, el cómic los envía a un paisaje igualmente creíble. Los llevan a través de cuevas húmedas y mundos submarinos, poblados por zombis demacrados y extrañas criaturas alienígenas. El crédito también se debe a su colorista Dave Stewart, el responsable de gran parte de la atmósfera palpable del cómic.

Para finalizar, Joe Hill une las diversas relaciones de los personajes mientras Immonen y Stewart representan la manifestación final de la forma de vida extraterrestre con un estilo cinematográfico de cine. La influencia de las películas en los cómics se ha lamentado a menudo, con demasiados títulos en viñetas panorámicas como atajo narrativo, pero el clímax de Inmersión captura la sensación de un espectáculo cinematográfico con un final apropiado para un cómic que es inteligente, y no una simple imitación Hollywoodiense.

VALORACIÓN 8/10